El romero pertenece al género Rosmarinus, familia Lamiaceae y su nombre científico es Rosmarinus officinalis.
Es una planta arbustiva, perenne con porte de mata que puede alcanzar una altura de tres metros. El tallo al principio está tumbado, al final erguido y muy ramificado con raíces muy profundas y tenazmente ancladas al terreno. Las hojas son pequeñas, sin pecíolo, un poco coriáceas, de un bonito color verde oscuro sobre el haz y verde-argentado-blanco en el envés, densas, lineales y muy abundantes en las ramas y ricas en glándulas de las que se extraen los aceites esenciales. Las flores se reúnen en racimos que crecen en la axila de las hojas, de color azul-violeta y presentes casi todo el año. Los frutos son aquenios que se ponen oscuros en la madurez.
El romero está considerado como la planta balsámica por excelencia, conocida y utilizada desde los tiempos más antiguos por sus propiedades medicinales.
Es una planta rica en aceites esenciales como el pineno, alcanfor, limoneno, flavonoides, ácidos fenólicos, taninos, resinas y también contiene ácido rosmarínico que tiene propiedades antioxidantes.
Sus propiedades son: estimulante, tónico, estomacal, antiespasmódico, antioxidante, antiinflamatorio y antiséptico.
El aceite esencial de romero es un potente antibacteriano y fungicida.
Se usa como tónico digestivo para el hígado.
Tiene propiedades astringentes debidas al tanino por lo que es útil para los problemas de diarrea y reduce el flujo menstrual si es demasiado abundante. Es eficaz en los casos de meteorismo y de molestias intestinales, en caso de dolores abdominales, vértigo, inapetencia y para el agotamiento psicofísico. Además mejora la memoria débil y es óptimo en casos de depresión.
Es un estimulante natural para aumentar el flujo sanguíneo y estabiliza la resistencia de los capilares frágiles. La infusión de romero y salvia es óptima para el dolor de garganta.
El aceite esencial también es muy usado en perfumería entrando en la composición de numerosas lociones, perfumes, linimentos, jabones y colutorios.
Si se quiere gozar de lleno de sus características sería preferible utilizar el romero espontáneo porque aunque el cultivado mantiene sus características, éstas son mayores en las plantas en estado espontáneo.
En aromaterapia se usa para mejorar la memoria, para la depresión y para aliviar la hemicránea.
Del romero se utilizan las hojas y las flores, que deben ser recogidas en plena floración, durante el verano.
Las ramitas con las flores deben secarse apenas cosechadas, lo más velozmente posible, colgadas cabeza abajo en lugares secos, oscuros y ventilados para que no pierdan sus características. Una vez secas, deben ser recuperadas las hojas y las flores y guardadas en recipientes de vidrio sellados.
Para la producción de los aceites esenciales se utilizan las inflorescencias frescas.
El romero es mejor utilizarlo fresco porque con la desecación pierde buena parte de sus principios activos.
El romero puede ser usado fresco directamente en las comidas, como infusión o como pócima.
Para uso externo, los aclarados son eficaces contra el dolor de muelas y las fricciones para los dolores reumáticos y el dolor de cabeza.
Las cataplasmas de hojas picadas y calentadas en aceite son óptimas para las contusiones y las dislocaciones.
Usado para aclarar el pelo, estimula los folículos pilosos al nuevo crecimiento y previene la calvicie precoz.
Por sus propiedades antisépticas está indicado para los eccemas y como desinfectante para las heridas.
Pulverizado como infusión concentrada es óptimo para combatir las arrugas y rejuvenecer la piel.
La infusión, unida al agua de baño tiene un excelente efecto estimulante y según algunos también tendría un poder afrodisiaco si se mezclara con menta y salvia.
El romero es una hierba insustituible en la cocina, sobre todo en la cocina mediterránea para carnes, pescados y salsas.
El empleo del romero desde la antigüedad está ligado a sus positivas propiedades terapéuticas.
Son numerosas las leyendas y las "recetas" propuestas a base de esta planta en el curso de los siglos. Proponemos algunas de ellas de entre las más famosas.
El agua de la reina de Hungría
«Yo mujer Isabella, reina de Hungría, de años 72, paciente en los elementos y enferma de gota, he empleado por un año entero la presente receta donada por un ermitaño de mí conocido, que produjo sobre de mí un así saludable efecto que soy curada y he recobrado las fuerzas, hasta al punto de semejar bonita a alguien. El rey de Polonia me quiso casar pero yo rechacé por amor de Jesús Cristo. He creído que la receta me había sido donada por un ángel. Tomáis el agua destilada, cuatro veces treinta onzas (1 onzas = 28,35 gr), 20 onzas de flores de romero, ponéis todo en una maceta bien cerrada, por el espacio de 50 horas: en fin destiláis con un alambique a baño maría. Tomáis una vez a la semana una dracma (1 dracma = 3,545 gramos) de esta poción con algún otro licor o bebida o también con carne. Laváis con ella la cara cada mañana y restregáis con ella los elementos enfermos. Este remedio renueva las fuerzas, levanta el espíritu, da nuevo vigor, devuelve la vista y la conserva por largo tiempo; es excelente para el estómago y el pecho» (cfr . Giuseppe De Vitofranceschi, Le virtù medicinali del rosmarino, Milano 1983).
Hace falta no excederse con la cantidad de hojas que se utiliza ya que a dosis elevadas puede irritar el estómago y el intestino. Dadas sus características es mejor que, si se usa con objetivos terapéuticos, ocurra bajo estrecho control del propio médico.
Ver: Romero - El lenguaje de las flores y de las plantas.