En el lenguaje de las flores, la albahaca tiene muchos significados.
Ante todo desde siempre, en Occidente se ha atribuido a la Albahaca un simbolismo erótico, ligado a la facultad de favorecer la concepción. Sus ramas floridas dentro de una maceta en una habitación llevarían la armonía y la paz familiares.
Pero la Albahaca también tiene un sentido más funesto. En efecto, por ejemplo en la isla de Creta, es símbolo de luto. Esta creencia está expresada en los cantos populares y también se confirma por Boccaccio, que cuenta en la novela V del día IV del Decamerón la historia de Lisabetta de Messina y de su planta de albahaca.
Cuenta la historia de la joven Lisabetta, núbil que vivía con sus tres ricos hermanos comerciantes para los que trabajaba Lorenzo, un bello muchacho. Lorenzo y Lisabetta se enamoraron pero el amor fue mantenido en secreto porque los hermanos de Lisabetta no habrían aprobado la relación de su hermana con un aprendiz.
Sin embargo, una noche uno de los hermanos descubrió a Lisabetta mientras yacía con su amado y, de acuerdo con los otros hermanos, para salvar el honor de la familia, decidieron matar Lorenzo y así lo hicieron. Lisabetta, no encontrando ya más a Lorenzo, empezó a preguntar qué fin habría tenido pero nadie le supo decir nada, excepto los hermanos que siguieron repitiéndole que estaba fuera por unas comisiones.
Una noche se le apareció a Lisabetta en sueños Lorenzo, mientras lloraba quebrantada por el dolor, que le reveló el sitio donde estaba enterrado. Lisabetta fue al sitio el día siguiente y encontró el cuerpo de su amado y entonces le arrancó la cabeza con un cuchillo y a hurtadillas la llevó a casa y la enterró en una maceta de albahaca que regó con sus lágrimas y así creció lozana.
Los hermanos, supieron por los vecinos que la hermana pasaba todo el día cuidando la albahaca, se la quitaron y descubrieron así la cabeza de Lorenzo. Por temor a ser descubiertos, enterraron la cabeza y se trasladaron lejos. Lisabetta, privada de su preciosa reliquia, al final murió de dolor.
