Los bambús son imponentes plantas originarias de regiones tropicales y subtropicales comúnmente del extremo Oriente, muy vigorosas y dado el gran número de especies, pueden ser desde pocos centímetros de altura hasta alcanzar notables dimensiones.
Las plantas que comúnmente llamamos bambú (o bambuc) pertenecen a la familia Poaceae (ex Graminaceae), y a la subfamilia de las Bambusoideae que comprende plantas todas de origen tropical. Son un grupo harto heterogéneo, hallándose en efecto tanto especies herbáceas como arbóreas con plantas de hasta 40 m de altura y plantas que son auténticos mechones de hierba.
En el caso del bambú no se puede hablar por tanto de un género individual sino de muchos géneros que agrupan plantas extraordinarias cuyas propiedades y características han hecho que de sus lugares de origen se hayan difundido prácticamente por todo el mundo.
Son sobre todo plantas originarias de regiones tropicales, comúnmente del extremo Oriente, China y Japón, aunque también hallamos especies espontáneas en África, Oceanía y América.
Son plantas siempreverdes, muy vigorosas y dado el gran número de especies, pueden ser de pocos centímetros de altura hasta alcanzar notables dimensiones, como en el caso del Dendrocalamus giganteus que alcanza los 40 m de altura y 30 cm de diámetro.
Las raíces de los bambúes son rizomatosas y se desarrollan considerablemente en profundidad. Su diferente modo de desarrollarse permite identificar los distintos tipos de bambú. Tenemos, en efecto, bambús que desarrollan rápidamente su propio aparato radicular alejándose velozmente del lugar de origen y por lo tanto haciéndose muy invasores; otros que se desarrollan en cambio más lentamente y otros que están entre estos dos tipos. Generalmente, contrariamente a lo que se puede pensar, los bambús tropicales tienden a ser menos invasores mientras que los que crecen en climas más templados, tienden a ser muy invasores.
El tallo es el típico de las Poaceae, con entrenudos huecos y nudos cilíndricos muy evidentes de los que se desarrollan las hojas.
Los tallos de bambú se conocen por su robustez, ligereza y flexibilidad, tanto que se ha creado un comercio muy floreciente en todo el mundo en su artesanía, en el mundo del mueble y del tejido.
Las hojas son finas, largas, lanceoladas, parecidas a hilos de hierba, erguidas o recostadas hacia el exterior, de color verde más o menos intenso según los géneros y especies.
Las flores de los bambúes se parecen a largos y grandes espárragos aunque en el caso de plantas cultivadas es raro que florezcan. Muy a menudo se siente decir que cuando la planta de bambú florece, muere, o que cuando florece un bambú en una zona, está al mismo tiempo floreciendo en el resto del mundo. Todo eso es falso.
Una planta puede morir justo después de la floración por el estrés, y aunque es frecuente en el bambú, no es genético. Una de las hipótesis que se han formulado para explicar por qué a veces esta planta muere después de florecer, está ligada al hecho de que son plantas de polinización anemófila, es decir por obra del viento. Además una planta individual tiene que producir una gran cantidad de flores para tener la certeza de poder producir semillas y esto de por sí constituye un gran esfuerzo para la planta. Además, considerando que el bambú por sí mismo es una planta de crecimiento muy espeso, para garantizar espacio vital a las semillas y por lo tanto a las futuras plantas (es decir luz, agua, aire, alimento), la "planta madre" tiene que "liberar espacio" y por lo tanto sacrificarse ella misma para la futura generación. Obviamente éstas son hipótesis porque las verdaderas razones no han sido aclaradas todavía.
La clasificación de los bambúes es muy variada y se pone al día cada año. Decimos que actualmente los géneros más importantes son: Bambusa con 120 especies; Chusquea con 100 especies; Arundinaria con 50 especies y Phyllostachys con 45 especies. Si a estas especies añadimos los híbridos y cultivares que se han creado en estos últimos años gracias al gran interés que estas plantas suscitan, convendrán conmigo que si no se tiene un interés particular por estas plantas es complejo lograr seguirlas. Recordamos los principales géneros:
El género Phyllostachys es originario de zonas tropicales de Asia, sobre todo de China, pero también se encuentra en climas más templados.
En este género hallamos 45 especies, todas muy grandes, que pueden alcanzar notables dimensiones, incluso 30 m en condiciones óptimas de cultivo. Recordamos el Phyllostachys bambusoides conocido comúnmente como bambú gigante. Esta planta produce una madera de excelentes calidades por su resistencia y elasticidad, muy utilizada en la industria del mueble (junto con otras especies).
Son plantas muy invasoras en el sentido de que tienden a expandirse muy rápidamente.
El género Bambusa comprende 120 especies de bambú gigantes que se adaptan bien a vivir también en climas templados, originarias de regiones tropicales y subtropicales de Asia.
Son plantas que desarrollan numerosas ramas a partir del nudo de los que una o dos se hacen preponderantes con respecto a las otras. Al contrario que los Phyllostachys, no son plantas particularmente invasoras.
El género Arundinaria comprende 50 especies, comúnmente llamadas cañas. Es un género que se adapta bien a vivir en zonas de clima templado y comprende especies originarias de zonas tropicales de la América oriental.
Son plantas que no alcanzan notables dimensiones no superando generalmente los 8 m de altura. Las hojas son de un bonito color verde oscuro. Son plantas de crecimiento veloz y de desarrollo rizomatoso.
El género Chusquea comprende 100 especies originarias de las zonas montanas de centro y sur América.
Una diferencia con los demás géneros es que los tallos no son huecos en su interior sino llenos (foto al lado Chusquea culeou).
Los bambús son plantas que pueden ser cultivadas en maceta o en plena tierra.
Si es cultivado en casa, es preferible no situarlo a pleno sol sino en un lugar muy luminoso de la casa.
Considerando que los bambúes son plantas de origen tropical y por lo tanto que solicitan un entorno caliente y húmedo, si son cultivados al exterior, es oportuno que no sean eliminadas completamente las hojas secas que caen en el terreno porque constituyen una óptima protección que impide la evaporación del agua del terreno y al descomponerse, enriquecen el terreno en materia orgánica. Las hojas secas mantienen además las raíces frescas en verano y calientes en invierno. Esto sobre todo en los climas donde las temperaturas invernales se hunden sensiblemente y el frío puede hacer helar el agua del terreno, volviendo imposible la absorción de agua por parte de las raíces, tanto que puede llegar, en casos extremos, a que la planta muera "de sed" y no de frío. Si no le gusta el desorden que pueden provocar las hojas acumuladas en el terreno puede colocar paja, que desarrollará la misma función que las hojas secas además de tener un bonito efecto.
Siempre tenga en cuenta que lo que es importante para una planta son las raíces que deben ser protegidas siempre y en todo caso. La parte aérea también puede deteriorarse y secarse porque haya demasiado viento o demasiado frío pero si las raíces están bien protegidas y sanas, la planta crecerá de nuevo en la reanudación vegetativa.
Ya que algunas especies de bambú son muy invasoras, como es el caso del Phyllostachys, si se quiere evitar eliminar cada año los tallos invasores se puede circunscribir la zona de cultivo donde se quiere cultivar, haciendo una divisoria de albañilería en el terreno o poniendo una faja de plástico al menos a 70 cm de profundidad de modo que se circunscriba la zona. Los rizomas podrían intentar superar la divisoria pero en ese caso vendrían a la luz y por lo tanto podrían ser cómodamente eliminados.
El viento es un factor importante en el cultivo del bambú ya que, si es fuerte, arruina las hojas porque aumenta la transpiración. En parte este problema puede ser evitado manteniendo el terreno húmedo y suficientemente cubierto, es decir dejando una buena capa de hojas o paja o cualquier otra cosa que pueda evitar la evaporación excesiva del agua del terreno.
Desde la primavera y durante todo el verano el bambú debe ser regado abundantemente pero sin dejar estancamientos en el posamacetas. A partir del otoño, empiece a aclarar los riegos y sólo efectúelos para no dejar secar el terreno.
Es fundamental un óptimo grado de humedad del entorno que la rodea. Hace falta por tanto pulverizar frecuentemente la copas y disponer la planta sobre un posamacetas lleno de guijarros y luego llenarlo de agua teniendo cuidado de que el fondo de la maceta no esté sumergido en el agua porque de ese modo el terreno se saturaría de agua haciendo pudrir las raíces. Este sistema permite, cuando hace calor, dejar evaporarse el agua del posamacetas lo que por consiguiente humedece el aire circundante. Acordarse de rellenar cada vez que el agua se haya evaporado del posamacetas.
Si la planta es cultivada al exterior, en el momento de la instalación, tenga cuidado de no ponerla en correspondencia con depresiones del terreno donde pudiera acumularse el agua pluvial o el agua de riego.
El bambú, si es cultivado en maceta, se trasplanta cada 1-2 años, en abril-mayo.
Lo primero a tener presente es que el terreno que se utiliza tiene que tener como característica primaria la posibilidad de permitir un escurrido rápido de las aguas en exceso y al mismo tiempo mantener la humedad durante un cierto número de días.
Una buena mezcla podría estar constituida por: 5 partes de turba o fibras de coco, 2 partes de mantillo normal, 1 parte de perlita o arena gruesa y 2 partes de corteza de pino.
Un aspecto muy importante en el cultivo del bambú es la dimensión de la maceta que tiene que ser también suficientemente profunda para permitir al aparato radicular desarrollarse además en anchura. Aproximadamente para los bambúes enanos hace falta garantizar una profundidad de al menos 35-40 cm; para los medianos 70-80 cm; para los más grandes al menos 80-100 cm.
Siempre aconsejamos usar barro cocido aunque para esta planta muchos optan por las macetas de plástico, menos caras y con más agujeros de drenaje. Creo que las de terracota permiten a la tierra mantener intercambios gaseosos con el exterior y por lo tanto corregir eventuales excesos de riego.
Si la planta está plantada al exterior y tiene terreno arcilloso, asegúrese antes de la instalación de hacer una excavación profunda y de mezclar materia orgánica y arena (cerca del 30%), para mejorar el drenaje. Además elija una colocación que no sea en valles o en fosos que crearían peligrosos estancamientos.
Desde la primavera y durante todo el verano el bambú se abona una vez el mes con un abono líquido a diluir en el agua de riego.
En los demás períodos los abonos deben ser suspendidos.
Para asegurar a sus bambús un óptimo crecimiento, suministre un abono que contenga macroelementos cuál nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K) en la medida de10:5:5 y que contenga también microelementos como el hierro (Fe), el manganeso (Mn), el cobre (Cu), el cinc (Zn), el boro (B), el molibdeno (Mo), todos importantes para un correcto crecimiento de la planta.
En los climas mediterráneos y sobre todo si la planta de bambú es cultivada en maceta es extremadamente raro que florezca.
En sus entornos naturales además no florece todos los años sino a intervalos variables que pueden ser cada 10, 20.... 100 años (muy aproximadamente), con el riesgo que la planta muera después de la floración.
Pero si su bambú tuviera que florecer y no quiere correr el riesgo de que la planta muera (por los motivos antes expuestos), he leído que algunas personas han adoptado con éxito la técnica de cercenar, en cuanto se forman, los ápices florales y después enseguida abonar. Parece que esto interrumpa de algún modo la señal química (la hormona) que induce a la planta a florecer.
La poda debe ser efectuada cuando los nuevos brotes han acabado su crecimiento y cuando empiezan a desarrollarse las nuevas hojas. Es probable que tenga que hacerse más veces en cuanto no todos los brotes crecen al mismo tiempo por lo que, a medida que se presentan, se procede al corte.
Los bambúes enanos, crecen más lozanos y compactos si se podan cada año, al final del invierno prácticamente a ras de tierra.
Recuerde siempre tener cuidado de lavar y desinfectar (con alcohol o con fuego) el utensilio que use para el corte para evitar infectar los tejidos.
Podría ocurrir tener una exigencia inversa, en el caso del cultivo de bambú: deberlo extirpar definitivamente.
Considerando el tipo de planta, el argumento merece mención porque no es ciertamente fácil y solicita mucha paciencia. En efecto el único modo de hacerlo de manera sana y con menor impacto ambiental es en primer lugar cortar lo más posible los tallos por la base y eliminar luego los nuevos brotes en cuanto nacen. Con este sistema los rizomas se agotan y por lo tanto pararán de emitir nuevos brotes.
El bambú se multiplica por división de los rizomas o por semilla.
Al elegir la técnica a usar hace falta que tenga presente que la multiplicación por semilla presenta el hándicap de que, al intervenir la variabilidad genética, no hay certeza de obtener plantas iguales a las plantas madre, en cuyo caso, si quiere conseguir una planta bien precisa o no está seguro de que la semilla que usa sea de buena calidad, es preferible optar por la multiplicación por esqueje.
MULTIPLICACIÓN POR DIVISIÓN DE LOS RIZOMAS
Los rizomas de bambú pueden ser retirados en primavera. Eliminar el terreno de las plantas individuales y luego corte el rizoma en partes teniendo cuidado de que cada porción que retire tenga al menos un botón.
Eliminar todas las partes dañadas y rocíe la superficie de corte con un fungicida en polvo de amplio espectro.
Colóquelos luego en un compost formado por turba y arena a partes iguales. Espere algunos días antes de regar para permitir a las heridas cicatrizar y luego empiece a regar manteniendo el compost ligeramente húmedo y tenga la maceta en un lugar apenas sombreado a una temperatura alrededor de 18-21°C.
Después de unas 3-4 semanas empezarán a aparecer los primeros brotes, eso quiere decir que el bambú ha arraigado. Entonces póngalo en un lugar más luminoso, no al sol directo, y cuando se hayan puesto suficientemente grandes y hayan producido nuevos brotes vigorosos, se establecen en la maceta o en el terreno definitivo.
MULTIPLICACIÓN POR SEMILLA
Las semillas de bambú deben ser sembradas en un compost formado por una parte de sustrato fértil y una de arena gruesa o perlita o vermiculita. La bandeja que contiene las semillas debe ser mantenida a la sombra, a una temperatura alrededor de 18°C y constantemente húmeda.
La bandeja se cubre con una hoja de plástico transparente o cristal para asegurar una buena temperatura y evitar que el suelo se seque demasiado rápidamente. Cuando las semillas hayan germinado, la lámina de plástico se retira (generalmente después de un mes) y se desplaza la caja a una posición más luminosa (no luz directa del sol).
Entre todas las plantas nacidas, indudablemente las habrá menos vigorosas que otras: elimínelas de modo que quede espacio para las más robustas. Cuando las plantas sean lo suficientemente grandes para poder manipularlas (es decir cuando hayan alcanzado una altura de al menos 15-20 cm), se trasplantan a macetas individuales y con un terreno como el indicado para las plantas adultas.
Los bambúes no son plantas particularmente sometidas a enfermedades.
A menudo, en primavera y verano, cuando vemos que la planta está perdiendo las hojas, pensamos mal en cuánto, en nuestros climas, no estamos acostumbrados a ver la pérdida de las hojas sino en otoño. Nada más equivocado. En efecto la planta renueva el propio aparato foliar justo entre la primavera y el principio del verano porque es justo en el período en que solemos ver crecer las hojas cuando las vemos secarse y caer. En todo caso si tenemos un poco de paciencia veremos que con gran rapidez las viejas hojas serán reemplazadas por nuevas y de hecho los tallos no quedan nunca completamente desnudos (sólo sucede en unas pocas especies).
En todo caso las patologías que se pueden hallar son las siguientes:
Si esto ocurre hace falta averiguar el estado de las raíces y el terreno porque muy probablemente se trata de riegos excesivos que han vuelto el terreno asfixiante y por lo tanto han creado a nivel radicular una carencia total de aire.
Remedio: si la situación está al principio e interviene enseguida, trabajando el terreno y dejándolo secar, la planta se puede salvar pero si se llega demasiado tarde, no queda más nada que hacer.
Manchas pardas sobre todo en el envés de las hojas podrían significar que está en presencia de cochinilla parda o cochinilla algodonosa. Para estar seguros, sugerimos utilizar una lupa y observar y que comparen con la foto al lado. Se caracterizan por tener una especie de escudo protector, de color oscuro y consistente en el caso de la cochinilla parda o una especie de escudo protector de color blanco algodonoso. Además si intenta sacarlas con una uña, salen fuera fácilmente.
Remedio: usar productos químicos específicos. Los tratamientos con insecticidas anticochinillas, para que sean más eficaces, deben ir dirigidos contra las larvas, que son más sensibles que el adulto.
Después de estas manifestaciones las hojas se abarquillan y asumen un aspecto casi polvoriento y caen. Observándolas cuidadosamente se notan también sutiles telarañas sobre todo en el envés de las hojas. Con estos síntomas, muy probablemente estamos en presencia de un ataque de ácaros o araña roja o arañuela, un ácaro muy molesto y dañino.
Remedio: aumentar la frecuencia de las nebulizaciones (la falta de humedad favorece su desarrollo) y eventualmente, sólo en el caso de infestaciones particularmente graves, usar productos químicos específicos.
Si nota estos pequeños animales, está en presencia de áfidos comúnmente llamados pulgones. Obsérvelos con una lupa y compare con la foto a lado, son inconfundibles, no puede equivocarse. Pueden ser de diferentes colores dependiendo de la especie, pero casi siempre de amarillo a verde o a blanco. Son insectos que si no tuvieran control pueden provocar graves daños a la planta.
Remedio: usar productos químicos específicos localizables en un buen vivero.
Algunas especies de bambú como el Bambusa vulgaris, se usa en la industria cosmética para la fabricación de cremas y lociones. Su savia contiene en efecto aminoácidos, vitaminas y numerosas sales minerales, entre ellas silicatos. Por sus características por tanto es usado como emoliente, refrescante y tonificante. Además de la piel mejora la resistencia del pelo y desarrolla una acción protectora respecto a agentes externos.
El bambú es la planta de los mil usos.. En efecto además de ser una planta de increíble belleza, encuentra numerosos empleos: como alimento humano (sobre todo en la cocina asiática) y animal; como material de construcción; para la producción de papel, tejidos, entarimado (gracias al hecho de que sus fibras son muy largas).
Si desea lanzarse a la realización de objetos con el bambú que está cultivando, el mejor período para cortarlo y luego utilizarlo es indudablemente el invierno (y muchos sostienen que con la luna menguante), porque hay una menor cantidad de savia en circulación y por lo tanto se mantendrá mejor además de ser menos apetecibles para los insectos como por ejemplo las carcomas que podrían atacar sus manufacturas.
La planta además es muy conocida porque en las selvas de bambú de la China centro-meridional, entre los 1800-3000 de altitud vive el panda gigante (Ailuropoda melanoleuca) que se alimenta sus hojas.
El Panda desafortunadamente según las informaciones de WWF, está considerada como la especie con mayor riesgo de extinción por el continuo empobrecimiento de su hábitat natural (ha disminuido el 50% durante los últimos 15 años), y a causa de la caza furtiva para sacar de ellos la piel, y también por la baja tasa de natalidad de la especie y porque a menudo los bambús mueren después de la floración y para poderse reconstituir una selva hacen falta muchos años. Cuando la actividad humana no era tan acentuada como en nuestro siglo, los Panda no tenían problemas porque podían moverse libremente de una zona a otra. Pero actualmente los asentamientos humanos hacen imposibles los desplazamientos.
Hoy se considera que existen menos de 1000 individuos divididos en 29 poblaciones.
