¿Quién no conoce la increíble Hedera a la que se vinculan muchos mitos y leyendas? Es la que representa a la pasión que empuja a los enamorados a envolverse el uno a la otra como hace la yedra sobre los troncos de los árboles, tanto que es considerada el símbolo de la concupiscencia en la India.
El género Hedera de la familia de las Apiaceae comprende numerosas especies siempreverdes, trepadoras, muy estimadas por su gran efecto decorativo. Son plantas que se encuentran espontáneas un poco en todos sitios en las regiones de clima templado, trepa por los muros, en las rocas, en las fachadas de los edificios, sobre los troncos de los árboles o sencillamente corren a lo largo del terreno formando una alfombra brillante y verde donde la hierba no crece porque la luz es demasiado escasa.
Las Hedera son plantas muy rústicas y de fácil cultivo, resistentes a las más diversas condiciones pedo-climáticas, lo que las hace muy extendidas. Se caracterizan por tallos que producen numerosas raíces aéreas provisionales que se adhieren sin dificultad a muchas superficies permitiendo de este modo a la planta poder vivir en los lugares más variados. En la parte opuesta del tallo donde se desarrollan las raíces, se forman las hojas, provistas de un largo pecíolo.
En el extremo de la planta, generalmente en las zonas más luminosas, se forman en cambio ramas desprovistas de raíces áreas provisionales (que son las que tienen que ser utilizadas cuando se hacen esquejes), con hojas enteras de márgenes ondulados sobre las que se originan las flores y por lo tanto los frutos.
Las hojas pueden tener formas y dimensiones diferentes según la especie y la variedad pero también según las condiciones en que vive la planta. En la Hedera se habla en efecto de dimorfismo foliar porque las hojas que quedan en sombra mantienen una forma lobulada mientras que las expuestas a la luz o que se encuentran sobre las ramas floriferas están enteras.
Las flores, asociadas en inflorescencias en umbela, son de color amarillo y los frutos, que recuerdan guisantes, son bayas de color morado oscuro o negro, a veces amarillo y raramente rojizos, carnosos y muchos apetitosos para los pájaros.
Generalmente son plantas que viven bien al exterior pero existen especies y variedades seleccionadas para adaptarse a vivir en un piso, cultivadas en cestos suspendidos o ancladas a cañas o a soportes de todo género.
Existen muchas especies en el género Hedera entre las que recordamos:
La Hedera helix es la especie más extendida y es la yedra común que vemos por las calles de nuestras ciudades, de crecimiento muy rápido que puede alcanzar los 30 m de altura.
Está caracterizada por hojas de color verde intenso, brillantes, a menudo con manchas argentadas a lo largo de las nervaduras. Las flores maduran en otoño y las bayas maduran el año siguiente a la floración, hacia abril y mayo. En la hiedra, en efecto, la floración y la fructificación se producen en años diferentes.
La particularidad de esta especie es que han sido creados una infinidad de híbridos y cultivares, adaptadas a las distintas situaciones pedoclimáticas, tanto para vivir en interiores como al exterior (casa o jardín), que difieren entre ellos por las dimensiones, la forma, el color y la vena de las hojas.
La Hedera nepalensis o Hedera himalaica (foto debajo) es una especie originaria del sureste asiático que crece entre los 1000-3000 m sobre el nivel del mar en sus lugares de origen.
Son plantas que pueden crecer hasta 30 m de altura, caracterizadas por hojas simples de más de 15 cm de largo y que producen flores de color amarillo.
La Hedera canariensis es una trepadora fuerte, originaria de las Canarias y del Norte de África y se caracteriza por hojas coriáceas, lobuladas, con color que varía según la estación: en verano asumen una coloración verde intensa mientras que durante el período invernal se convierten en un precioso verde - bronce con venas claras hasta llegar a tener alguna hoja completamente blanca. Es una especie no particularmente rústica porque no soporta el hielo si no es por breves períodos y no quiere lugares demasiado cálidos y no tolera el sol directo. Además las plantas más jóvenes tienen dificultades para ramificarse y carecen de raíces aéreas que crecen sólo con la madurez de la planta, con la lignificación del tallo.
En el comercio existen numerosas variedades que se distinguen por el color de las hojas y los tallos. Es conocida la H. canariensis var. variegata con hojas jaspeadas de blanco.
La especie Hedera colchica es una planta originaria del Cáucaso. Presenta hojas muy grandes, las más grandes del género, hasta 25 cm de largo y hasta 20 cm de ancho, ovaladas, acorazonadas, de color verde muy intenso. Es una especie muy vigorosa y rústica.
En el comercio existen numerosos cultivares entre los que recordamos: H. colchica ‘Dentada’ caracterizada por hojas sutiles con el margen dentado y de color verde muy oscuro matizado de rojo; H. colchica ’Variegada’ con hojas de color verde claro y con los márgenes color crema.
La hiedra es una planta muy fácil de cultivar que no solicita tratamientos particulares.
Las temperaturas óptimas de cultivo en el período veraniego están entre los 15-18°C mientras que las mínimas invernales no deberían bajar de 7°C. En todo caso si las temperaturas veraniegas suben más allá de estos valores, hace falta garantizar a la planta un entorno húmedo.
Son plantas que solicitan una buena iluminación aunque esto depende mucho de las especies de Hedera: las de hojas de color verde oscuro soportan también los entornos más oscuros mientras las de hojas jaspeadas tienen necesidad de una mayor iluminación. En las especies de hojas variegadas es oportuna también cierta exposición a los rayos directos del sol, pero no en las horas más calientes del día.
Una vez al mes la planta apreciará una buena ducha de modo que se limpien las hojas. Recuerde proteger la tierra de la maceta con una hoja de plástico para evitar empapar el terreno.
La Hedera debe ser regada regularmente dejando secar en superficie el terreno entre un riego y otro.
Si las temperaturas ambientales son particularmente altas y el entorno es seco, es oportuno ayudar a la planta con frecuentes nebulizaciones.
La Hedera se trasplanta cada dos - tres años, en primavera, utilizando una maceta ligeramente más grande que la precedente. Se utiliza un buen sustrato fértil al que se sumará arena gruesa para favorecer el drenaje del agua de riego. En los años en que no se realiza el trasplante es oportuno renovar los primeros 5 cm de terreno con sustrato fresco.
Los abonos se realizan cada dos semanas, a partir de la primavera y durante todo el verano, diluyendo el fertilizante en el agua de riego y demediando las dosis con respecto a lo indicado en el fertilizante. Durante el período otoño - invierno la Hedera no se abona.
Es preferible usar un abono equilibrado igualmente en nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K) y que contenga también otros elementos como el magnesio (Mg), el hierro (Fe), el manganeso (Mn), el cobre (Cu), el cinc (Zn), el boro (B), el molibdeno (Mo), todos importantes para un correcto y equilibrado crecimiento de la planta.
Por ser una planta de crecimiento rápido, la Hedera solicita ser podada al principio de la primavera sea para contener el crecimiento, sea para darle una forma más armoniosa, ya que tiende a crecer de modo desordenado.
En el caso de las plantas que se encuentran al exterior, la poda se ejecuta en febrero-marzo y en verano para mantener contenido el crecimiento.
La multiplicación de la yedra ocurre por esqueje o por acodo.
MULTIPLICACIÓN POR ESQUEJE DE TALLO ARRAIGADO EN TIERRA
Se retiran esquejes de unos 10 cm de largo de las ramas que producen flores durante el verano cortándolos justo sobre un nudo.
Elíjalos de plantas robustas y en buena salud. Se recomienda cortar en sentido oblicuo porque eso permite tener una mayor superficie de enraizamiento y evita la acumulación de agua sobre esta superficie.
Utilice un cuchillo afilado para evitar que se deshilache el tejido, limpio y desinfectado (de preferencia a la llama o con alcohol o lejía) para evitar infectar los tejidos y desinféctelo en cada corte.
Después de haber eliminado las hojas más bajas, se instalan en un suelo formado por una parte de turba y una de arena fina haciendo agujeros con un lápiz, tantos como esquejes.
Revestir la caja o la maceta con una hoja de plástico transparente o una bolsita puesta a modo de capucha y colóquela a la sombra y a una temperatura alrededor de 15-18°C. El sustrato siempre debe estar ligeramente húmedo, regando sin mojar el esqueje, con agua preferiblemente no calcárea y a temperatura ambiente.
Cada día se aparta el plástico para controlar la humedad del terreno y eliminar del plástico el agua de condensación que indudablemente se habrá formado.
Cuando los primeros brotes empiezan a aparecer (después de unas 2/3 semanas) significa que en los cortes se han formado las raíces. Es momento de quitar el plástico y poner a una luz más positiva (no sol directo) y se espera a que los esquejes se robustezcan. Cuando sean suficientemente grandes, se trasplantan a la maceta definitiva y se tratarán como plantas adultas.
MULTIPLICACIÓN POR ESQUEJE DE TALLO ARRAIGADO EN AGUA
El esqueje puede ser también puesto a arraigar en agua.
Los esquejes se retiran de la parte terminal de un tallo que produce flores y se instalan en una taza con agua. Cuando el esqueje haya arraigado, se trasplanta delicadamente a una maceta de pequeñas dimensiones con el sustrato indicado para las plantas adultas (foto debajo: esqueje de pothos).
Se trata de un claro síntoma de falta de luz: la planta se encuentra en una zona con escasa iluminación.
Remedio: desplazar enseguida la planta a una posición más luminosa.
Si las hojas pierden su vena quiere decir que reciben poca luz.
Remedio: desplazar enseguida la planta a una zona de la casa más luminosa.
Este síntoma hay que atribuirlo a un entorno demasiado seco y caliente.
Remedio: por ejemplo aumentar la nebulización y la humedad ambiental, posicionando cerca de la planta cuencos con agua que al evaporarse garantizará un microclima húmedo.
Si hay pequeños insectos móviles está indudablemente en presencia de áfidos comúnmente llamados pulgones. Son insectos que si no se mantuvieran bajo control pueden provocar graves daños a la planta. Pueden ser de diferentes colores dependiendo de la especie, pero casi siempre de amarillo a verde o a blanco.
Remedio: tratar con productos específicos contra los áfidos localizables en tiendas especializadas en jardinería. Se trata generalmente de productos sistémicos, es decir que entran en el circuito linfático de la planta y por lo tanto son absorbidos por los insectos durante su nutrición.
Después de estas manifestaciones las hojas se abarquillan y asumen un aspecto casi polvoriento y caen. Observándolas cuidadosamente se notan sutiles telarañas sobre todo en el envés de las hojas. Con estos síntomas, muy probablemente estamos en presencia de un ataque de ácaros o araña roja o arañuela, un ácaro muy molesto y dañino.
Remedio: aumentar la frecuencia de las nebulizaciones porque la falta de humedad favorece su desarrollo y eventualmente, sólo en el caso de infestaciones particularmente graves, usar productos específicos.
Sobre todo en el envés podrían significar que está en presencia de cochinilla parda o cochinilla algodonosa. Para estar seguros, sugerimos utilizar una lupa y observar y que comparen con la foto al lado. Se caracterizan por tener una especie de escudo protector, de color oscuro y consistente en el caso de la cochinilla o una especie de escudo protector de color blanco algodonoso. Además si intenta sacarlas con una uña, salen fuera fácilmente.
Remedio: sacarlas con un copo de algodón mojado en alcohol o si la planta es grande y en maceta, se puede lavar con agua y jabón neutro frotando muy delicadamente con una esponja para retirar los parásitos. Después, la planta debe aclararse muy bien para eliminar todo el jabón. Para las plantas más grandes y plantadas al exterior, puede usar productos químicos específicos. Los tratamientos con insecticidas anticochinillas, para que sean más eficaces, deben ir dirigidos contra las larvas, que son más sensibles que el adulto.
La Hedera helix, la especie que se encuentra comúnmente en nuestras calles gracias a su rusticidad, es muy longeva y se dice existen ejemplares de centenares de años con el tallo de un metro de diámetro.
Es una especie muy importante desde un punto de vista apícola gracias al hecho de que su floración ocurre tardíamente y por lo tanto es la última ocasión para las abejas, antes de la pausa invernal, de recoger polen.
Las bayas de la yedra son venenosas para el hombre (pero no para los pájaros), porque sus semillas contienen algunas sustancias tóxicas.
Su madera a menudo se usaba por los talladores en lugar de la madera de boj.
La industria farmacéutica utiliza algunos derivados extraídos de las hojas para obtener productos medicinales.
Según estudios de la NASA la Hedera helix tiene notables capacidades para captar y neutralizar el 90% del benceno y más allá del 10% del tricloroetileno presente en el aire, por lo tanto tiene una gran capacidad de depurar el aire.
Ver: «El lenguaje de las flores y de las plantas».
