La simbología del romero es muy variada pero siempre positiva.
Desde siempre ha representado la buena salud, inspirando una serie de leyendas y creencias. En el siglo XIX se creía que las flores puestas en contacto con la piel daban la felicidad del mismo modo que las hojas puestas bajo la cama hacían que no se tuvieran pesadillas o que cultivar la planta sobre el alféizar alejaba las enfermedades.
Además representa el renacimiento y la inmortalidad. Para los antiguos egipcios representaba la inmortalidad, tanto que ponían un puñado en manos del difunto para facilitarle el viaje en ultratumba. El empleo funerario de esta planta encontró en el pasado una gran difusión en toda Europa y en muchos países había la costumbre de acompañar al difunto al cementerio sosteniendo en la mano una ramita de romero o se componían las coronas funerarias de romero, arrayán y laurel.
Desde siempre se considera una planta de buen agüero, sinceridad, fidelidad y felicidad y en efecto se acostumbraba dar un ramo de romero al pastor oficiante de una boda.
El romero también es un símbolo de buen agüero en efecto en Inglaterra se creía que llevar romero en el ojal favorecía cualquiera empresa.