NUESTRAS AMIGAS ORQUÍDEAS
RIEGO Y HUMEDAD DE LAS ORQUÍDEAS
Para comprender si un entorno determinado es adecuado para la salud de nuestras plantas siempre conviene pensar en su lugar de origen. Las orquídeas proceden en general de Países tropicales y por lo tanto de entornos muy cálidos y muy húmedos donde las dos únicas estaciones son la estación de las lluvias y la estación seca. Las orquídeas en su entorno natural se han adaptado a este clima vegetando durante la estación de las lluvias y entrando en descanso vegetativo durante los períodos de sequía, manteniéndose en este período sólo del rocío matutino y alimentándose con las reservas que han acumulado durante la estación de las lluvias.
Nota 1
También siguen el mismo ciclo de vida en nuestros climas. En efecto nos percatamos de que la planta está despertando cuando notamos los nuevos brotes; los viejos pseudobulbos se marchitan porque sus reservas nutritivas se utilizan para la supervivencia de los nuevos brotes hasta cuando crecen lo suficiente para ser autónomos. Durante este período la planta debe mantenerse bastante seca para evitar la putrefacción de los jóvenes brotes y no necesita abono.
Cuando se hayan desarrollado las raíces y hayan adherido al sustrato, hay que reiniciar los riegos y/o los abonos teniendo cuidado de aportar cantidades discretas de Nitrógeno, que favorecen el crecimiento, y se hará así hasta que se haya formado el nuevo pseudobulbo y esté bien turgente.
Entonces, los riegos tendrán que disminuir y se tendrá que cambiar el tipo de abono utilizando una mezcla equilibrada a partes iguales. Después, la planta regresa al descanso vegetativo y se reinicia el ciclo.
El secreto para el éxito en el cultivo de las orquídeas
observarlas cuidadosamente. Piensa en ellas como en una persona que tiene no sólo exigencias nutricionales sino también ambientales, diferentes según la edad. Si tienes cuidado en observarla durante su crecimiento, lograrás una planta que te corresponderá con un espectáculo que sólo la naturaleza puede dar.
Con base en esta esta premisa recordemos que es muy importante crear alrededor de la planta un microclima apto. Una idea es poner alrededor de la orquídea otras plantas que ayudarán a la orquídea a tener un entorno más idóneo (según algunos parece que no les gusta la compañía del Ficus).
Para crear un buen entorno se tiene que rociar agua alrededor de la planta y sobre las hojas dos veces al día pero teniendo cuidado de que la planta no queda mojada por la noche y que no se acumule el agua en la axila de las hojas porque esto puede provocarle enfermedades parasitarias.
TALLO
Es importante evitar rociar la planta durante las horas más calientes del día ya que a esas horas los poros están muy abiertos y el agua representa un vehículo ideal para el ataque de microorganismos patógenos.
Otro truco es posar la maceta que contiene la orquídea sobre un posamaceta u otro recipiente que se habrá preparado con arcilla expandida o grava en el que siempre tendréis un hilo de agua. De este modo las raíces de la orquídea no se pondrán en contacto con el agua que al evaporarse garantizará un entorno húmedo alrededor de la planta.
Por lo que se refiere a los riegos reales vale la regla general: las orquídeas epifitas sólo deben regarse una vez a la semana mientras que las terrestres se regarán dos veces. Atención a los excesos de riego que provocan podredumbre. Han muerto más orquídeas por exceso de agua que por enfermedades serias.
Habrás observado que cuando compramos una orquídea, generalmente se encuentra en una maceta muy pequeña, con pedacitos de materiales: cortezas, gomaespuma, poliestireno, esponja, fibra de coco y todo lo que nuestra fantasía pueda imaginar. Bien, no están para "ahorrar" sustrato. Están ahí para evitar los estancamientos de agua y al mismo tiempo mantener un entorno constantemente húmedo.
El modo mejor de regar nuestra orquídea es sumergir la maceta en agua (con las características precisadas sobre la calidad del agua) durante 20 a 30 minutos, después dejarla escurrir una hora, si es posible colgando la planta para asegurarnos de que toda el agua haya escurrido.
Es necesario que el agua no contenga cloro y no sea un agua dura, es decir rica en carbonatos de calcio y magnesio, y que se distribuya a la temperatura ambiente. Sería preferible, por tanto, utilizar agua de lluvia.
Notas
1. Imagen llevada por 10 Most Today
Fuentes bibliográficas