En el medio del Océano Pacífico, en Micronesia, casi en el Ecuador, está la isla de Nauru (nombre oficial Republic of Nauru), la república más pequeña del mundo.
Nauru se encuentra a unos 42 Km al sureste del ecuador (longitud este 166° 55’ de Greenwich) y la isla más cercana es Ocean a 305 km de distancia. Es de un tamaño de 21,3 Km2, con una extensión costera de 30 Km y tiene algo más de 14.540 habitantes (dato de 2007, de los cuales aproximadamente el 35% son menores de 15 años) y no tiene una capital sino un centro más poblado que es el distrito de Yaren, donde tiene su sede el gobierno.
Gracias a la obra del hombre, su aspecto se ha transformado poco a poco desde el de una lozana isla tropical hasta el de una desolada tierra lunar: cráteres grandes y pequeños diseminados acá y allá, escasa vegetación, ningún manantial de agua dulce, agricultura impracticable, turismo inadmisible: una mina a cielo abierto de fosfatos que en menos de un siglo de explotación ha llevado la isla a la destrucción. Las zonas fértiles están reducidas de hecho a la estrecha faja litoral donde se encuentran palmas de coco, árboles de pandanus y plátano y algún huerto. La fauna local es muy escasa ya que, como consecuencia de los cambios ambientales, pájaros como el Black Noddy (Anous minutus - fam. Sternidae), han desaparecido. También el clima ha padecido cambios dramáticos como consecuencia del hecho de que vastas áreas forestales han sido destruidas para dejar sitio a las minas a cielo abierto de fosfatos, volviéndose de clima típicamente tropical a un clima caracterizado por largos períodos de sequía.
Pero veamos como ha ocurrido esto.
Todo lo que sabemos es que esta isla fue descubierta y colonizada por poblaciones que provenían de la Polinesia y de la Melanesia que vivían fundamentalmente de la pesca.
En 1798, un cazador de ballenas, el capitán John Fearn, cayó por casualidad en la isla y la llamó Pleasant Island (= Isla Agradable).
A partir de 1830, empezaron a llegar otros occidentales, cazadores de ballenas y comerciantes, con consecuencias fácilmente imaginables porque su estilo de vida era muy diferente del de los indígenas: dieron a conocer las armas de fuego, el alcohol y sobre todo las enfermedades. Todo esto llevó con los años a una serie de luchas interiores en la población que duraron diez años y llevaron a una disminución de los habitantes de 1400 a 900.
Hacia finales del siglo XIX la posesión de la isla fue reivindicada por Alemania y por Gran Bretaña. Cómo resultado de esta disputa se firmó un acuerdo que preveía que la isla se dividiera en dos grandes esferas de influencia: una alemana y una británica. Los recién llegados iniciaron explotar los grandes depósitos de guano presentes en la isla que continuaron siendo explotados hasta finales del siglo XIX cuando el neozelandés Albert Ellis descubrió que las rocas de Nauru eran ricas en fosfatos refinados. Su estimación fue de 41 millones de toneladas, muy lejos de la realidad ya que casi era el doble, formados por el contacto entre el guano de los pájaros con el coral. Un proceso que había durado millares y millares de años gracias a unas condiciones muy particulares, casi únicas.
Así a primeros del siglo XX (en 1906, empezó la extracción minera. ¡Se pagaba a los naurani inicialmente a medio penique por tonelada!).
En los años veinte la extracción empezó a ir adelante a un ritmo de dos millones de toneladas al año: cada año dos millones de toneladas desaparecieron de una isla de 21 kilómetros cuadrados. La remuneración para los naurani subió al 3%, la descompensación ecológica empezó a ser grave.
Al principio de la primera guerra mundial, en 1914, los australianos tomaron posesión de la isla hasta 1920 cuando, al final de la guerra, la Sociedad de Naciones puso la isla de Nauru bajo el protectorado británico, australiano y neozelandés con derechos a explotación de las minas de fosfatos.
Pero todavía no habían terminado las desgracias para esta isla apartada ya que tuvo que vivir también la segunda guerra mundial. En efecto entre 1942 y 1945, Nauru fue ocupada por los japoneses que deportaron a 1200 naurani para trabajar como obreros en las islas Carolinas (una importante base militar para las operaciones bélicas) de los que 700 volvieron a su isla en 1946.
En 1947, después del fin de la guerra, por decisión de las Naciones Unidas, la isla pasó bajo el mandato australiano y así ha quedado hasta su independencia. En efecto, a partir de 1950 los habitantes empezaron a pedir la independencia que consiguieron en 1968 convirtiéndose en una república independiente y entraron a formar parte de la Commonwealth en 1999.
En junio de 1970 el pueblo de Nauru adquirió las actividades del British Phosphate Commissioners (la sociedad compuesta por Australia, Gran Bretaña y Nueva Zelanda que administró la extracción de los fosfatos en las Islas de la Navidad, Nauru y Ocean Island desde 1920), convirtiéndose en “Nauru Phosphate Corporation” con derechos de explotación de las minas.
Conseguida la independencia, los habitantes de Nauru se han encontrado ante una encrucijada: ¿abandonar o no la economía que mató su propia isla? ¿Pasar o no a una economía basada en algo más sostenible, como el turismo, la pesca u otras actividades compatibles con una isla de la polinesia?
Se decidió ir adelante excavando fosfatos 40 años más, tales fueron las consideraciones de disponibilidad, que se revelaron exactas. Hoy (a pesar de que hace ya cuarenta años el desastre ecológico fuera evidente) que las minas están prácticamente agotadas, la república más pequeña del mundo es un colador sin más materias primas, sin vegetación, sin esperanza de atraer algún turista, sin un mar alrededor digno de una isla en medio del Océano Pacífico .
En 1989 el gobierno de Nauru, tomando acta de la situación en la que se encontraba, lleva a juicio a Australia ante el tribunal internacional de justicia de la Haya por los daños causados al territorio por la explotación de las minas de fosfatos mientras la isla estuvo bajo su protectorado. El Tribunal de justicia sanciona en 1993 que Australia no ha cumplido con sus obligaciones de fiduciaria (antes de la declaración de independencia) y la condena a pagar una suma a tanto alzado de 85,6 millones de dólares americanos y un importe anual de 2,5 millones de dólares para el saneamiento ambiental.
Los naurani han intentado transformarse en un paraíso fiscal pero las sanciones planteadas, unidas a su debilidad (tienen que importar prácticamente todo, incluso el agua potable y la energía) los han hecho desistir. Además, si se considera la subida de nivel de las aguas del océano a causa del calentamiento global, en el caso de una isla de donde se han extraído y trasladado a otro lugar millones de toneladas de rocas y considerando que hoy la parte más alta de la isla está a unos 67 m sobre el nivel del mar, se tienen serias preocupaciones de que la isla pueda desaparecer.
De una situación en la que no se pagaban impuestos y la mayor parte de los servicios eran gratuitos, ahora los naurani importan el 97% de lo que consumen, están llenos de deudas y no tienen fuerza suficiente para devolver a la isla una condición ecológicamente aceptable. Otrora entre las naciones más ricas del mundo, ahora se encuentra en una situación financiera desastrosa: abandonadas las minas de fosfato, la nación no ha encontrado todavía un modo diferente para generar una renta suficiente para mantener a sí misma..
Hoy Nauru es el territorio más densamente poblado del Océano Pacífico con una densidad de unas 680 personas por km2 y 10 personas por núcleo familiar, localizados en las únicas zonas habitables de este puñado de tierra (o en todo caso aptas para un uso sostenible cualquiera), que son las zonas costeras, de unos 150-300 m de ancho, que representan 1/5 de la isla, porque el resto es una mina a cielo abierto.
En los últimos años se concedió hospitalidad a las personas que pidieron asilo político en Australia y a cambio el gobierno australiano dio una ayuda financiera a la isla. Pero también esta actividad se abandonó en febrero de 2008 por un cambio de la política australiana.
Según la OMS el 40% de la población de Nauru padece de diabetes de tipo dos, y por lo tanto las enfermedades renales y cardíacas están muy extendidas, con una expectativa de vida para las mujeres de 62 años y para los hombres de 58 años, a causa también de su estilo de vida muy sedentario.
El país, ya fuertemente dependiente del extranjero para su supervivencia, sobre todo de Australia y Taiwán (China), tiene una situación aún más grave debido a su aislamiento porque solo funciona un único avión y también está ausente un puerto seguro para barcos distintos de los barcos de contenedores para el transporte de los fosfatos.
Nauru ha expresado ante las Naciones Unidas la necesidad de una ayuda. En la relación de valoración nacional de las Naciones Unidas - Estrategias de desarrollo por un desarrollo sostenible - se ponen en evidencia las acciones que tienen que ser llevadas a la práctica por un sostenibilidad humana y ambiental. Se pone en evidencia cómo a partir de 1990 se ha producido un derrumbamiento de la economía del país a causa del agotamiento de los fosfatos, con un aumento de la deuda pública (también a causa de inversiones equivocadas) que han llevado a la economía al borde del colapso. Se pone en evidencia que el objetivo primario debe ser "Un futuro en el que los individuos, la comunidad, las empresas y el gobierno contribuyan a una calidad de vida sostenible por todos los naurani ". Este plan de reforma concierne al país entero, en efecto no se trata sólo del saneamiento ambiental sino también y sobre todo de todas las estrategias que tienen que ser adoptadas para hacer en fin prácticamente autónomo al país desde un punto de vista económico, educativo, sanitario, social y agrícola; reconstruir completamente una nación para hacerla digna de ser llamada así.
Lo que sucede en esta isla es una advertencia y un ejemplo de que la necedad y el aprovechamiento pueden destruir un entorno natural y de que su destrucción tiene como resultado el aniquilamiento de todas sus formas de vida, incluido el hombre. ¡Hablamos de 21 km2 pero la lógica no cambia si lo referimos a 510 millones de km2 del planeta Tierra, el resultado podría ser el mismo (y sin tener a nadie que nos lleve el agua potable)!.
Es verdad lo que un escritor ha dicho: "Contra la estupidez (y la avidez) humana ni siquiera los dioses pueden luchar con éxito" (Friedrich Schiller, 1759–1805).
Gian Marco Calvini e Maria Giovanna Davoli
Fuentes online
(en) Republic of Nauru de cuyo han sido llevadas las fotos indicadasNotas
(1) Los mapas geográficos son llevados por "Il Nuovissimo Atlante geografico De Agostini per la famiglia", Istituto Geografico De Agostini Novara, edición 1986.