El agave, esta maravillosa y gran planta que tiene la particularidad de florecer una sola vez y luego morir, debería significar un amor tan grande que llega a autodestruirse.
En realidad, en siglo XIX, el agave representaba el sentimiento de seguridad y estabilidad, probablemente ligado al hecho de que esta planta, por su majestuosidad, no hace imaginar la muerte o la destrucción.